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Mariela León
Cambio 16 - 18 de julio de 2024

Pensadores y escritores han ideado mundos inimaginables para el común de las personas -con destellos irrealistas, absurdos e incluso con un toque demencial- pero con el tiempo se han hecho realidad. En un momento en que los avances de la ciencia y la tecnología no paran de arrancar asombros, surge una propuesta explosiva que juega con la posibilidad de lograr algún tipo de conciencia híbrida entre hombre y la vida artificial.

El solo enunciado salta muchas interrogantes e incredulidades. La idea está afincada desde hace más de una década en la mente del filósofo de Oxford, Nick Bostrom. Aunque el futuro es incierto, dice que es probable que sea inevitable algún tipo de conciencia híbrida.

El cerebro, ese principalísimo órgano encargado de regular y coordinar lo que hacemos, pensamos y sentimos, ha demostrado una vez más, su importancia al permitir a las personas con parálisis volver a caminar. Un interfaz cerebro-ordenador abre muchas ventanas para la salud.

Pero de lo que habla Bostrom es de la conciencia. Un concepto abstracto y muy resbaladizo que filósofos, científicos -y ahora ingenieros de Inteligencia Artificial- han debatido desde hace siglos.

Bostrom, nacido en Suecia con experiencia en física teórica, neurociencia computacional, lógica e inteligencia artificial, sostiene que la conciencia no es un asunto en  blanco y negro, como apretar un interruptor. Por el contrario, el proceso de adquisición de la conciencia es un viaje gradual y a menudo turbio cuyo progreso es difícil de determinar. Dirige el Future of Humanity Institute en Oxford. Es autor de unas 200 publicaciones, entre ellas Anthropic Bias, Global Catastrophic Risks y Superintelligence: Paths, Dangers and Strategies. Un best-seller de The New York Times que ayudó a generar una conversación global sobre el futuro de la IA.

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