Monitor Económico de Baja California - 27 de abril de 2023
Es indispensable replantear cómo se piensan las condiciones humanas del futuro desde lo político y lo social, para poder revertir las diferentes crisis que están amenazando las condiciones de vida en el mundo, coincidieron destacados académicos y filósofos de talla internacional.
Durante la conferencia magistral “Pensar el futuro” en el marco del primer Coloquio Internacional La humanidad amenazada: ¿quién se hace cargo del futuro?, el filósofo y sociólogo francés Edgar Morin arrancó su participación con una definición lapidar y contundente: “el futuro se llama incertidumbre, porque no sabemos qué va a llegar en donde todos los escenarios parecen desastrosos”.
Destacó que desde finales del siglo pasado se registra una tendencia a la mundialización del poder sobre el planeta y una crisis universal de la democracia en el mundo; se observa una regresión política y una sumisión total de las sociedades ante el poder, como en China, por ejemplo, en donde el control numérico sobre la población es total. Hay rasgos marcadamente regresivos, dijo, que se agudizaron tras la pandemia y la crisis de la guerra en Ucrania con las consecuencias económicas que además, se suman al grave deterioro de la biósfera y todas las implicaciones del cambio climático.
El filósofo francés subrayó que la ciencia y la tecnología han venido desarrollando dos posibilidades antagónicas sobre un futuro inmediato; por un lado, la creación de mecanismos de control sobre la gente y las sociedades mediante la llamada inteligencia artificial, dominada por un grupo privilegiado en el mundo y una élite que se encargará de la toma de decisiones; o bien, apostar por el mejoramiento de las acciones humanas con base en la solidaridad y la consciencia.
Ante estas posibilidades, enfatizó, se necesita observar, como un modo de conocimiento y a través de la educación, las condiciones humanas para reflexionar sobre las acciones en colectivo y sobre todo, resistir contra las tareas que hoy en día se hacen cada vez más potentes, como las barbaries del odio, el desprecio y la tortura que continúan en varias naciones, además de la fría y calculadora del pensamiento exclusivamente económico.
“No debemos desesperar, no hay fatalidades, sino probabilidades entre las que se encuentra la resistencia de la mente, de la fraternidad y la del pensamiento, sobre todo para quienes tienen una responsabilidad educativa para los pueblos”.
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